(Escribí esta entrada en el aeropuerto de Dakar, mientras esperaba mi vuelo hacia Barcelona)
Ahora mismo deberíais estar leyendo algo sobre los tres días que pasé en Dakar. Escribir esta entrada duele más que cualquier golpe. Mi viaje terminó a poco más de una semana de empezar. Un desafortunado accidente me ha obligado a volver a casa y dejar marchar un sueño que tenia a mi alcance. Mañana empieza el bukut (la fiesta tradicional que hace tantos años que no se hacía) y yo estoy escribiendo esto en el aeropuerto de Dakar rumbo a Barcelona. Ya habrá tiempo de explicar el incidente que ha robado mi ilusión. Lo importante es que estoy bien y que puedo volver a abrazar a los míos.
Mis “Crónicas desde Casamance” finalmente no se han escrito desde África. El accidente ocurrió justo cuando íbamos de camino a Oussouye, donde habíamos alquilado una casa con conexión a internet. Mi intención era actualizar el blog el martes 15 hablando del viaje en avión y de mis primeras impresiones. De hecho, la entrada está casi completamente escrita.
Tras pensarlo de forma sosegada creo que escribir me ayudará a recuperar el ánimo. He decidido que pese al brusco final de mi aventura, ésta merece ser contada. Tan sólo ha sido una semana, pero a mí me ha parecido un mes: he paseado por Dakar a pleno sol, he ido en taxis que hace tiempo deberían estar en el desguace, he visto que en Senegal la conducción es un arte abstracto, he compartido decenas (sí, decenas) de comidas y cenas junto a familias senegalesas, he conocido a centenares de personas, he vivido como lo hacen ellos, he atraído la atención de los niños que veían a un toubab (blanco)en lugares donde raramente los hay, he aprendido a respetar y compartir, he visitado el lugar de donde muchos esclavos dejaron África para no volver jamás, he hablado con un mago musulmán y charlado con ancianos de pueblos remotos, he paseado por lugares idílicos, junto a árboles de fantasía tan altos que podrían sostener el cielo…
Apenas lo he conocido, pero Casamance es uno de los lugares más bellos del planeta. Acabo de sobrevolar la zona al atardecer y no he podido evitar emocionarme al escribir una carta de despedida para todos aquellos a los que no he podido decir adiós. Parece mentira que mi sueño acabe aquí y que no pueda disfrutar de lo que llevaba tantos años esperando. Pero debo dejar a un lado lo negativo y centrarme en los buenos momentos, que han sido todos menos uno.
Por todo esto, “Crónicas desde Casamance” será a partir de ahora “10 días en Senegal”. Intentaré contaros las anécdotas más divertidas de mis efímeros días en África, os presentaré a mis nuevos amigos y mostraré fotos y videos que espero que muestren lo que yo he visto con mis propios ojos.
Pese a que ya ha terminado, ahora es el momento de explicar lo vivido con una sonrisa en los labios. Aunque la melancolía y la pena pueden afectar a lo que escriba, revisaré mis notas para preservar esa sensación inexplicable que sentía cada día al despertar.
Gracias a mis amigos africanos, gracias a mis nuevos hermanos. Apenas he podido contener las lágrimas al despedirme de vosotros. Toussaint, Terrance, Claudine, Lolo, Kissito, Assaye, Claude, Mecsant, Mois y todos los demás: Oukatoral.
Espero volver pronto para terminar lo que empecé hace unos días. Un sueño inacabado no es una pesadilla, sólo es una pausa a la espera del momento de volver a dormirse para coser el desenlace.
Ánimo, a veces ocurren estas cosas. La Casamance es un lugar increíble. Espero que puedas volver muy pronto. Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario. Seguro que volveré pronto. Un saludo.
Volverás a dormirte, ¡claro que sí!
Espero poder leer, pronto, tus nueve días y no muy tarde tus crónicas.
¡Ánimo y un abrazo!
Gracias, Nando. Seguro que sí! Dentro de poco iré escribiendo sobre los días en Senegal 🙂